Tras dos meses y medio de bloqueo y confinamiento, la ciudad china de Wuhan -lugar donde se originara la pandemia de COVID-19- vuelve hoy a funcionar casi con total normalidad.
Ya se han observado cientos de autos dirigiéndose a provincias colindantes así como también largas filas de pasajeros esperando tomar un tren en la estación de Hankou. Sin embargo, la vuelta a la normalidad no es tan fácil. Hay robots que rocían con desinfectante a los pasajeros y emiten mensajes que recuerdan la importancia de usar barbijo. Asimismo, es necesario portar el “código verde”, una aplicación móvil que acredita que el individuo está libre del virus.
Las medidas también varían dependiendo del destino de viaje. En el caso de Pekín es necesario solicitar una autorización por internet que implica dos pruebas de coronavirus: una antes de partir y otra al llegar. Además, a fin de evitar el contagio masivo en la ciudad, se ordena a quienes lleguen desde Wuhan que permanezcan en cuarentena durante 14 días. En el aeropuerto, han vuelto a funcionar vuelos de cabotaje, pero éstos sólo vuelan con un máximo del 45% de los asientos ocupados.
La imagen de una vida, en algún punto, normal, servirá de ejemplo para el resto del mundo respecto de los próximos pasos a seguir. De ese modo y con extrema precaución, una vez que se reduzcan las cifras y el virus esté contenido, la población mundial podrá volver a salir de casa.