La invasión de Putin a Ucrania parece estar saliendo de la cobertura periodística. Lo que hace casi un año fue una sorpresa y una novedad, con el correr de los meses parece haber sido normalizado por los medios internacionales. Sin embargo, el conflicto no cesa, como tampoco lo hace la crueldad del gobierno ruso.
Ximena Borrazas es una fotógrafa uruguaya que está en el frente de guerra. Desde allí nos compartió sus sensaciones y vivencias sobre el conflicto que, sin dudas, puede marcar el devenir del mundo en las próximas décadas. Allí convive con situaciones desgarradoras, que manifiestan la agresividad del ejército ruso, pero que no logran doblegar al pueblo ucraniano, cada vez más convencido de su triunfo.
¿Cómo llegaste a Ucrania?
Cuando explotó el conflicto en Ucrania, decidí ir. Junto a un grupo de periodistas y fotógrafos fuimos a la frontera con Polonia y nos quedamos allí hasta conseguir el pase de Prensa de las fuerzas armadas ucranianas. Allí hice algunos trabajos con refugiados, siempre desde el lado polaco. Volví a Barcelona, donde resido, y desde allí terminé de gestionar el pase para ingresar a Ucrania. Mi ingreso a Ucrania fue para las pascuas ortodoxas de 2021, pero solo llegue hasta la ciudad de Lviv. Allí la gente vive con bastante normalidad, no se respira la guerra. Volví nuevamente a Barcelona y desde allí gestioné mi ingreso al frente de batalla, y lo logré hace cuatro meses. Junto a colegas estuvimos en Nipro, Zaporiyia, Kiev, Odessa, entre otras ciudades epicentro de los enfrentamientos.
Ese era tu primera cobertura de guerra. Hubo mucho aprendizaje, ¿no?
Sí, para todos era nuevo. Nos movimos con un fixer, que es la persona que te guía para transitar por lugares seguros. En general es un periodista que está en contacto permanente con las fuerzas armadas y otros periodistas. Uno debe gestionarse su propio fixer, no lo pone el gobierno ucraniano.
«El problema de las ciudades del frente es que no suenan las sirenas antiaéreas. Como están tan cerca los rusos, se usa artillería, no misiles, y las sirenas no detectan la artillería a tiempo. Estar en esas ciudades es una lotería»
¿Cómo ves al ucraniano? ¿Cómo vive la invasión? ¿Qué percibís que siente el ucraniano en estos momentos?
Los ucranianos son muy auténticos. Los civiles no tienen maldad. Se les puede estar cayendo el mundo a pedazos, pero igualmente te reciben con los brazos abiertos y te dan lo que no tienen. Son super valientes, no pierden la esperanza. Están convencidos que van a ganar. No hay vuelta atrás, están más fuertes que nunca. Ellos te dicen que si tienen que morir por defender su tierra, lo harán, y que nunca serán rusos.
¿Y cómo ven a Rusia y a los rusos, más allá de Putin?

Hay dos tipos de visión. Está la gente que los odia, y que considera que todo el pueblo apoya la guerra y que incluso son peores que Putin. Y por otro lado, los que creen que son un pueblo reprimido, que apoya a Putin por miedo. Incluso creen que muchos soldados actúan porque no tienen otra opción, porque si se niegan los matan.
¿Ves que esto viene para largo?
Espero que no, pero lo veo complicado. Conversando con un analista político ucraniano, me decía que hay dos opciones para terminar con esto: que Rusia se rinda, que no va a pasar, o que Ucrania ceda territorio. Ahí entra en juego la zona que podría llegar a negociarse. Sergei Lavrov, ministro de relaciones exteriores de Rusia, había dicho que están dispuestos a negociar si Ucrania acepta la anexión de los territorios de Jerson y Zaporiyia, entre otros. Ucrania eso no lo va a aceptar. El analista nos decía que Ucrania quizá sí podría aceptar la anexión del Donbas y de Crimea. Entonces, si esto efectivamente es así, podría haber un marco para la negociación. Pero está complicado.
¿Cuáles fueron los momentos más conmovedores y duros que viviste?
Casi todo el tiempo. Todos son momentos muy tristes. Fuimos a un barrio carenciado aquí en Jerson, que está totalmente arrasado. No quedó nada, literalmente. En ese pueblo vivían 3000 personas, y ahora solo 200. Es gente, en su mayoría, mayor. Hay carteles en las casas que quedaron medianamente en pie pidiendo ayuda para reconstruirlas. Viven entre ruinas.
A una pareja de unos sesenta años le cayeron dos misiles en el jardín, que le arrasó toda la casa. Verlos es muy duro. Nos contaron que muy cerca de esta casas estaban las trincheras de los soldados ucranianos. Cuando la gente huyó, los soldados ingresaron a las casas para tomar ropa de abrigo y cocinarse comida caliente. Cuando encendieron las chimeneas, fueron detectados por los rusos, que les dispararon misiles. Así fueron destruidas la casas de este barrio.
«Los ucranianos son muy auténticos. Los civiles no tienen maldad. Se les puede estar cayendo el mundo a pedazos, pero igualmente te reciben con los brazos abiertos y te dan lo que no tienen»
¿Vos pasaste por lugares donde hubo presencia física de soldados rusos?
Sí, hoy justamente entramos en las trincheras de los rusos. Vimos la comida, los vasos, las cucharas. Todo lo que dejaron cuando huyeron de Jerson. Eso fue una derrota durísima para ellos. Hasta tenían estanterías y lavarropas, estaban muy bien equipadas.
¿Estuviste en Zaporiyia?
Sí. Pasamos por Zaporiyia. El problema de las ciudades del frente es que no suenan las sirenas antiaéreas. Como están tan cerca los rusos, se usa artillería, no misiles, y las sirenas no detectan la artillería a tiempo. Estar en esas ciudades es una lotería. Hay casas que tienen un cuarto subterráneo, pero la mayoría no tiene.
¿Hay presencia de organismos internacionales y de otros países?
Donaciones hay muchas. Vimos varios centros de voluntarios. La mayor cantidad de donaciones que vimos nosotros son de Polonia. Y para la construcción hay una especie de ventanas de emergencia, que no son de vidrio, para que no estallen, que son de ACNUR y la Cruz Roja. Pero los locales nos cuentan que desde el gobierno no hay ayuda. A veces a los mayores les dan como una paga por la situación de guerra, pero no es lo común. La gente ayuda a la misma gente, y también recibe ayuda de voluntarios, pero nada más.
¿Qué opina el ucraniano sobre Zelensky?
La mayoría habla bien de él. Hay gente que, aun no siendo partidaria de él, cree que ha manejado bien el tema de la invasión y que hay que apoyarlo. El sentimiento de unidad prevalece, nadie lo cuestiona. No hay grietas.
«Todos son momentos muy tristes. Fuimos a un barrio carenciado aquí en Jerson, que está totalmente arrasado. No quedó nada, literalmente»
¿Se cumplió la tregua de Putin?
En la mañana del día en que iniciaba la tregua, nos despertamos con bombardeos bastante potentes y constantes. Sí es cierto que desde primera hora de la tarde, cuando empezó a correr la tregua, se escucharon menos bombardeos. Pero de todas maneras, en Jerson, en la noche de la tregua, bombardearon más de 50 veces. Incluso usando bombas incendiarias, que están prohibidas en toda guerra. Son bombas que tienen bolas de fuego, que a su paso arrasan con todo.
¿Presenciaste evidencia de violaciones a los derechos humanos?
Pude recabar mucha información. Recién volviendo al centro de Jerson transitamos por una ruta lindera con la frontera rusa. A lo largo de toda la ruta pueden verse gran cantidad de autos acribillados, quemados, volcados, de gente que intentaba escapar y que fue víctima de los drones rusos.
Nota original: ElArchivo.com