Después de seis años y medio de combates, el gobierno sirio de Bashar Al-Assad recuperó el control militar y administrativo de la ciudad de Daraa, cuna de la revuelta popular que estalló en 2011. Se trata de un hito para el mandatario sirio, tras una cruenta guerra civil que mató al menos medio millón de personas y causó el desplazamiento y la fuga de 13 millones de civiles.
Desde marzo de 2012, Daraa estaba dividida en dos zonas: una bajo control de las tropas leales a Al-Assad, y la otra en manos de la oposición armada. Ahora, la bandera siria volvió a ser izada en una alta torre de transmisión eléctrica en el centro cívico, una zona controlada durante mucho tiempo por los rebeldes. Se trata de un símbolo de la victoria del gobierno.
La rendición de los insurgentes fue negociada desde hace días por emisarios militares rusos, quienes fueron clave para el triunfo del Al-Assad. Los milicianos pueden ahora elegir rendirse y pedir una amnistía o trasladarse al noroeste, a Idlib, aún fuera de control gubernamental y administrada de facto por Turquía con el aval de Rusia e Irán, aliados claves de Damasco.
Con información de: The Guardian / Huff Post.