El primer encuentro entre ambos líderes dejó poco desde lo político. Apenas la confirmación de que fue una buena cumbre entre dos aliados y de que hay varias cuestiones sobre las que las potencias no están de acuerdo. Sin embargo, el rasgo sobresaliente tuvo que ver con la frialdad con que Trump trató a Merkel durante la aparición conjunta ante la prensa, al punto que en ningún momento se dieron la mano.
Este gesto por parte de Trump dio lugar a un sinfín de especulaciones, y sin dudas será lo más recordad de la cumbre. Es por eso que desde el gobierno de Merkel salieron a minimizar la cuestión, y a centrar el foco en que el presidente estadounidense ha cambiado su postura hacia la OTAN favorablemente, luego de sus referencias poco amigables durante la campaña.
Más allá de esta intención del gobierno alemán, es claro que el vínculo entre el líder de Estados Unidos, populista y proteccionista, y la líder de Europa, liberal y aperturista, será tenso. De hecho, ya hay una cuestión conflictiva sobre la mesa: Trump acusa a Alemania de estar en deuda con la OTAN y con Estados Unidos, por no aumentar su aporte en el gasto militar destinado a la OTAN, lo que según Trump genera un perjuicio a Estados Unidos, que debe compensar dicho monto.