La amenaza del espionaje, siempre latente pero despertada por el accionar ruso durante las elecciones en Estados Unidos, parece quitar el sueño a varios líderes europeos. Es el caso de la Alemania de Ángela Merkel, en el que la Agencia Federal de Redes decidió prohibir en todo el territorio la comercialización de una muñeca llamada Cayla, por considerar que el micrófono y la conexión a bluetooth que trae incorporados la transforman en un elemento plausible de ser utilizado para ejecutar acciones de espionaje.
Este episodio, aunque pueda parecer pintoresco, marca el nivel de atención que el gobierno alemán está poniendo sobre el tema espionaje durante el año electoral. El temor a intromisiones extranjeras hace maximizar los cuidados al respecto, no solo a nivel gubernamental, sino también en lo que hace a la vida diaria de la sociedad alemana.
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