Durante más de cuatro décadas, los satélites han permitido a la comunidad científica monitorear cuánto hielo flota en el océano alrededor de los 18.000 km de costa de la Antártida. Las aguas que rodean el continente son testigos de un cambio masivo cada año. Un pico de cantidad de hielo marino de unos 18 millones de kilómetros cuadrados cada septiembre da lugar a poco más de 2 millones en febrero. A lo largo de estos 44 años de observaciones satelitales regulares, nunca se registró un nivel tan bajo como a finales de febrero de este año.
La reducción en la cantidad de hielo evidenciada este año es un evento circumpolar, es decir, que afecta a todo el continente austral. De acuerdo con los informes, este verano la cantidad de hielo marino se redujo a 1,79 millones de kilómetros cuadrados -datos correspondientes al 25 de febrero-, alcanzando un mínimo histórico según las observaciones satelitales que comenzaron en 1979.
Trece días antes ya se había batido el récord de 2022, pero el hielo siguió derritiéndose. Este fenómeno no solo responde a los fuertes vientos sobre la Antártida occidental que azotaron el hielo durante la última primavera. El hecho de que grandes áreas en el oeste del continente apenas lograron recuperarse de las pérdidas del año anterior también ha sido un factor crítico.
Los expertos han confirmado que este nuevo registro constituye la tercera vez que se rompe el récord en seis años. Asimismo, ha iniciado un esfuerzo de la comunidad científica por encontrar respuestas que permitan evitar una profudnización de la crisis climática en el continente antártico. El destino de la Antártida, especialmente el hielo continental, es sumamente importante porque tiene una cantidad suficiente para elevar el nivel del mar varios metros si llegara a derretirse por completo.