Las cifras no dan tregua y la mayor parte de la población mundial está sujeta a medidas de aislamiento. Cada día, el número de fallecidos y contagiados de coronavirus se incrementa. Cada vez más gobiernos se ven forzados a implementar el confinamiento de su población en un intento por evitar el colapso de los sistemas de salud.
El virus ha significado la reprogramación de los Juegos Olímpicos de Tokio para el año próximo. A su vez, ha forzado a Vladimir Putin a posponer la consulta popular sobre la reforma de la Constitución estipulada para el próximo 22 de abril. Mientras en todo el mundo las escuelas permanecen cerradas y sólo se mantienen abiertos negocios de importancia, en Brasil el presidente Jair Bolsonaro minimiza el impacto de la pandemia y busca mantener los niveles de actividad como si el número de contagios en el país no fuera significativo. No obstante, varios gobernadores de los Estados federales han tomado medidas de cuarentena a su interior, a pesar del rechazo por parte del mandatario. Un ejemplo fue San Pablo.
Como si fuera poco, la sospecha de que el presidente es positivo de COVID19 se mantiene flotando. Casi dos decenas de sus asesores dieron positivo, por lo que las probabilidades de que él mismo sea positivo no son pocas. Sin embargo, al momento, la información oficial sobre los tests indicó que el presidente no tiene el virus.
¿Podrá Bolsonaro sostener su postura, alineada a Trump, de evitar una cuarentena nacional general? La decisión de varios gobernadores, leída en clave política, lo pone en aprietos, sobre todo considerando que la máxima autoridad del estado de San Pablo, João Doria, tiene serias aspiraciones a sucederlo cuando termine su mandato.