Por Damián Szvalb / @DamianSz
La pasada, fue la mejor semana para Donald Trump desde que es presidente de Estados Unidos. La intervención militar sobre Siria puede tener cuatro consecuencias, internas y externas, que pueden beneficiarlo. También dejó una paradoja.
Las consecuencias
- Alineó a sus aliados de Medio Oriente y Europa. Los países de la OTAN, que necesitaban que alguien le marque la cancha a Putin, y los aliados históricos de Estados Unidos como Arabia Saudita e Israel, decepcionados con Obama y su acercamiento a Irán, mostraron satisfacción frente a lo que creen podría transformarse en un cambio de política de Estados Unidos en la crisis siria y en otros asuntos.
- Mandó un claro mensaje a sus principales rivales: Trump les hizo saber a Rusia, Corea del Norte y en menor medida a China, que Estados Unidos actuará cuando crea que se cruzaron lo que considera líneas rojas. O mejor dicho, cuando se pongan en riesgo sus intereses. En este caso, el uso de armas químicas. En otro puede ser el desarrollo de capacidad nuclear sin control (Corea del Norte), o violaciones de soberanía (¿Rusia? ¿China?).
- En el frente interno, dejó sin argumentos a los demócratas y a un sector importante de los republicanos, que junto a parte de la Justicia le venían trabando cada uno de sus intentos por cumplir sus promesas de campaña en temas sensibles como la inmigración y el Obamacare. Al mismo tiempo, Trump trabajó a la par con el establishment de defensa y los servicios de inteligencia, a quienes venia ninguneando y criticando desde que asumió.
- Se despegó de Putin. La crisis diplomática y política con Rusia a partir de la intervención en un conflicto en el cual Putin hacia lo que quería, también le sirve a Trump para descomprimir un poco la idea que se instala cada vez con más fuerza en Washington sobre su complicidad (y algo más) con Putin. La investigación sobre sus vínculos con el poder ruso durante el ciberataque al partido demócrata durante la campana avanza en el Congreso y puede transformarse en mucho más que en un dolor de cabeza.
La paradoja
Hasta la decisión de bombardear Siria, Trump intentó cumplir con todas sus promesas de campaña. Fue por los inmigrantes y por tirar abajo el Obamacare. Solo recibo críticas y amontonó fracaso. Y la primera vez que fue en contra de lo venía diciendo tuvo éxito: siempre fue un duro crítico del intervencionismo de Estados Unidos en conflictos lejanos. De hecho estuvo del lado de Obama cuando éste finalmente decidió hacer nada cuando al Assad en 2013 ya había usado armas químicas. Durante los debates con Hillary también dejó clara su postura de seguir con la política de desenganche de Estados Unidos en Medio Oriente.
Qué esperar
Las repercusiones de la acción militar en Siria le dieron aire a Trump. Es muy probable que este «éxito» lo impulse a seguir experimentando en un área, la política internacional, que, hasta ahora, no ocupaba un lugar prioritario en su agenda presidencial. Probablemente haya dado el primer paso de una política exterior que va a estar más guiada por impulsos impredecibles que por una estrategia y visión sobre el rol de Estados Unidos en el mundo de hoy. No sería tan grave si frente a él no tuviera a la Rusia de Putin, Corea del Norte, Irán o China.