En un nuevo aniversario de la finalización de la Guerra de Corea, que enfrentó a ambos países de la península entre 1950 y 1953, el gobierno de Kim Jong-un instó a Estados Unidos a “terminar con su política hostil” hacia el país y a “arrodillarse y pedir perdón” ante su ejército y su población.
La crisis en la península de Corea está en uno de sus puntos más álgidos de los últimos años. Desde la llegada de Donald Trump al poder, y especialmente luego de algunas declaraciones del presidente estadounidense, Corea del Norte entendió que la actitud de condena a la distancia que tenía Obama hacia el país en torno a su desarrollo nuclear se había terminado.
Los reiterados ensayos militares realizados por Kin Jong-un y el permanente desarrollo de su programa nuclear hicieron que Donald Trump pusiera la mira en el líder norcoreano, con quien mantiene un enfrentamiento que, por ahora, no pasa de las declaraciones.