Jacinda Ardern anunció que dejará el cargo en febrero y que no competirá por la reelección en octubre de este año. El anuncio de la mandataria laborista fue inesperado, incluso los ministros y diputados de su partido solo fueron informados unas horas antes de que se dirigiera a la prensa. Luego de cinco años y medio en el cargo, Ardern justificó su decisión en razones personales que le impiden llevar adelante las responsabilidades del cargo.
A pesar de haber apelado al factor familiar como motivo de su dimisión, no es posible ignorar que las encuestas más recientes muestran al partido laborista en el punto más bajo de apoyo de la opinión pública desde 2017. La primera ministra empezó a perder el apoyo de los neozelandeses cuando decidió mantener las restricciones impuestas en el marco de la pandemia durante más tiempo que muchos otros países del mundo. Sin embargo, el declive económico de los últimos meses parece haber sido determinante en la pérdida de apoyo.
Ardern había ganado las elecciones en octubre de 2020 con el 49,1% de los votos, logrando la primera mayoría absoluta en más de dos décadas. El apoyo a su gestión de la pandemia y sus muestras de liderazgo ante crisis como el atentado en Christchurch y la erupción del volcán Whakaari le otorgaron la victoria. Con su salida, la izquierda neozelandesa pierde su mejor carta para competir en las elecciones de este año. Además, el viceprimer ministro, Grant Robertson, ya anunció que tampoco se presentará el próximo octubre.
Aunque en principio puso pausa a su vida política, Ardern tiene tan solo 42 años y sus años como primera ministra logró erigirse como defensora global del feminismo. Fue madre en su primer año como mandataria y a los pocos meses asistió a la Asamblea General de Naciones Unidas. Nueva Zelanda solo había tenido una primera ministra mujer antes de Ardern, Helen Clark, quien ejerció el liderazgo del Ejecutivo entre 1999 y 2008.
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