El presidente catalán, Carles Puigdemont, sacó a la región del borde de un enfrentamiento sin precedentes con el gobierno español al declarar la independencia y luego suspenderla, con la intención de permitir las negociaciones para resolver la peor crisis política de España en 40 años.
Dirigiéndose al parlamento catalán el martes por la noche, Puigdemont dijo que, si bien el referéndum de principios de este mes había dado a su gobierno un mandato para crear una república soberana, no impulsaría inmediatamente la independencia de España.
“Proponemos la suspensión de los efectos de la declaración de independencia durante unas semanas, para abrir un período de diálogo”, dijo. Y agregó que “si todo el mundo actúa responsablemente, el conflicto puede resolverse de una manera tranquila y acordada”.
Las palabras de Puigdemont fueron rápidamente criticadas por el gobierno español y el líder de la oposición en el parlamento catalán. Hoy, tras realizarse un Consejo de Ministros extraordinario, el primer ministro español Mariano Rajoy anunció el envío de un “requerimiento” a la Generalitat para que aclare si ha declarado o no la independencia y evitar así “la confusión generada”.
Rajoy admitió que este es el paso previo para activar el artículo 155 de la Constitución española, que permite intervenir la autonomía regional.
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