En el marco de una gira por Bangladesh y Myanmar, epicentro de la dramática persecución étnica contra la minoría musulmana rohingya, el Papa Francisco fue desplegando distintos instrumentos para poner en la agenda global este drama, incluso midiendo sus palabras hasta el más mínimo detalle.
En este sentido, Francisco se reunió este viernes en la capital de Bangladesh con 18 refugiados rohingyas y utilizó por primera vez desde el inicio de su viaje a Asia la palabra “rohingya”. «La presencia de Dios hoy se llama también rohingya», declaró al término del encuentro con los refugiados que huyeron de la ola de violencia en Myanmar, país vecino de mayoría budista.
“Cada uno de nosotros lleva en sí un poco de sal divina. Estos hermanos y hermanas llevan en sí la sal de Dios”, agregó el pontífice. «Sigamos haciendo el bien y ayudándolos, sigamos actuando para que se reconozcan sus derechos», abogó. Se presume que la actuación de Francisco ejercerá más presión sobre las autoridades de Myanmar.
Los pasos de Francisco fueron completamente cuidados y cautos. En Myanmar, el Papa había eludido usar el término rohingya y sólo hizo alusiones a respetar a “todo grupo étnico” y a “superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio”.
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