A pesar de que tiene fecha concreta, el 29 de marzo de 2019, Reino Unido lejos está de caminar a paso firme hacia el Brexit. Si bien el voto popular decidió que la nación debe dejar de pertenecer al grupo de los 28, las dudas en la clase dirigente cada vez son más y la incertidumbre sobre los efectos de la salida asusta.
Salirse de Europa no será gratis para Reino Unido. Eso está claro. Deberá hacer frente al aporte prometido al presupuesto comunitario y las condiciones de salida lejos están de ser las soñadas cuando se tomó la decisión. Y, probablemente, Theresa May y su equipo de gobierno estén transitando un camino que no quisieran estar transitando. Aun así, su misión es cumplir la voluntad popular, por lo que en las últimas horas se conoció que la premier está realizando cambios en su equipo para reimpulsar. Pero, ¿se puede ir en contra de la voluntad popular por el bien de la nación? Hoy parece ser esa la discusión.
En este sentido, Lord John Kerr, autor del artículo 50 del Tratado de Lisboa, el que Gran Bretaña activó para iniciar el camino de salida, advierte a propios y ajenos que de ninguna manera es imposible dar marcha atrás con el Brexit. Según dice, “la salida de la UE no está escrita en piedra”, por lo que deja abierto un amplio espacio para que el final no sea el que hoy sabemos que será. Claro que para eso sería imprescindible la realización de un segundo referéndum.
Si bien todo es muy prematuro, cada vez son más las voces en la clase dirigente que empieza a sembrar serias dudas sobre el futuro de la nación fuera de la Unión Europea. ¿Lograrán trasladar esas dudas a la comunidad?
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