La primera elección del año en Europa significó un freno para el populismo, algo que muy probablemente derrame consecuencias sobre las elecciones siguientes en Francia y Alemania. El primer ministro Mark Rutte logró imponerse al ultraderechista Geert Wilders. Sin embargo, su partido, el VVD, perdió 8 escaños con respecto a la composición actual, en beneficio del joven líder de la izquierda verde holandesa, Jesse Klaver, quien obtuvo 10 escaños más de los que ya tenía y se posiciona como un actor relevante en la próxima conformación del gobierno.
Esta elección en Holanda era seguida muy de cerca por toda Europa, ya que la amenaza de la ultraderecha populista anti-Islam acechaba y podía dar crédito a manifestaciones similares en otros países que también tienen elecciones durante 2017. Europa y el mundo occidental en general respiran más tranquilos.