Este martes, delegados de Teherán y Washington reanudan las conversaciones a través de la intermediación de la Unión Europea. El objetivo es restablecer el acuerdo nuclear pactado en 2015 y que Estados Unidos abandonó unilateralmente en 2018, bajo la Administración Trump. Desde hace tres años que Irán viene avanzando en el desarrollo de su programa atómico. Estos avances ponen en entredicho la vigencia del acuerdo.
El Gobierno iraní respondió a las sanciones económicas estadounidenses violando el acuerdo a partir de una lógica de goteo. Esa estrategia permitió que Teherán hoy cuente con 11 veces más uranio enriquecido de lo permitido. El acuerdo nuclear, denominado Pacto Integral de Acción Conjunta, fue firmado por Irán, Estados Unidos, China, Rusia, el Reino Unido, Francia y la Unión Europea.
No sólo se ha incrementado la cantidad de uranio en posesión del Gobierno iraní. Ese combustible también alcanza hasta el 60% de pureza, muy por encima del límite de 3,67% pactado en 2015 y cerca del 90% necesario para su utilización con fines militares. La salida del acuerdo por parte de Washington indudablemente ha aumentado el riesgo de proliferación.
En este contexto, cualquier nuevo acuerdo deberá basarse en las premisas del pacto de 2015, es decir, la reversión del programa nuclear a cambio de un alivio de las sanciones. En Occidente las alarmas se mantienen encendidas y los esfuerzos políticos y diplomáticos para llevar la negociación a buen puerto son constantes. En Medio Oriente, hay quienes señalan que el verdadero peligro no es el programa nuclear iraní, sino la proyección e injerencia de Teherán sobre la región.