En la recta final antes de las elecciones legislativas en Israel, el partido Likud -de Benjamín Netanyahu, actual Primer Ministro- ha remontado su posición en los sondeos de intención de voto. Anteriormente, siempre había sido superado por el partido opositor, liderado por Benny Gantz.
Si los sondeos se confirman en las elecciones del lunes 2 de marzo, ninguno de los dos partidos podría alcanzar una mayoría suficiente para romper el bloqueo político que ha llevado a que éstas sean las terceras elecciones celebradas en menos de un año.
La mínima ventaja de la alianza conservadora que apoya a Netanyahu parece ser el resultado de variados factores: el anuncio del plan de paz por parte de Donald Trump, el cual favorece a los intereses de Israel; el control de la escalada bélica con la Yihad Islámica en la franja de Gaza; y la gestión de la crisis sanitaria del coronavirus, que incluyó repatriaciones de nacionales y cierres de fronteras a extranjeros. En este sentido, parece que las tres causas por corrupción, fraude y soborno en las que Netanyahu está imputado no han socavado sus expectativas electorales.
La resolución del bloqueo político dependerá de la habilidad de ambos frentes para conformar alianzas. En particular, el partido conservador laico Israel Nuestra Casa, que obtendría siete escaños, constituirá la clave para alcanzar la mayoría de asientos en la Kneset. Su líder, el exministro Avigdor Lieberman, ya ha anunciado que no apoyará un Ejecutivo liderado por el actual Primer Ministro. Cabe preguntarse si Lieberman será fiel a sus promesas de campaña y brindará su apoyo a la alianza de centroizquierda encabezada por Gantz o si otros intereses lo llevarán a faltar a su palabra y unirse al bando de Netanyahu.