Cientos de miles de personas tomaron las calles en Tel Aviv para “defender el futuro del país”. Benjamin Netanyahu consiguió volver al poder en diciembre pasado encabezando una coalición de partidos conservadores y religiosos. Se trata del gobierno más orientado a la extrema derecha en la historia del país. Las protestas de los últimos días surgieron a raíz de la decisión del Ejecutivo de socavar la división de poderes, al haber restringido las facultades de la Corte Suprema para revocar leyes y decisiones gubernamentales, dando al parlamento más control sobre las designaciones judiciales.
Otras movilizaciones más reducidas tuvieron lugar en Jerusalén, Haifa y Beersheba. El temor de la ciudadanía radica en que el gobierno de Netanyahu parece decidido a minar la democracia israelí. Al no contar con una constitución formal, la Corte Suprema juega un rol fundamental en la preservación del estado de Derecho. Las reformas propuestas para el Poder Judicial permitirían a los funcionarios y ministros esquivar condenas o incluso evitar ser acusados por casos asociados a su desempeño en cargos públicos.
La última vez que se habían producido movilizaciones semejantes en Israel fue cuando la sociedad tomó las calles para pedir la salida de Netanyahu del poder. Ahora, los clivajes políticos y religiosos se han diluido, personas que se identifican con distintos grupos del espectro político así como también aquellos que profesan religiones diferentes coinciden en la defensa de la democracia. La situación parece trascender a Bibi Netanyahu y quienes impulsan las movilizaciones están convencidos de que pueden forzar al Gobierno a oír sus demandas al involucrar a sectores que no suelen movilizarse, como los trabajadores de la industria tecnológica, médicos y abogados.
Además de las protestas, el Ejecutivo israelí se enfrenta a otros desafíos. Por un lado, la decisión del Fiscal General sobre la inhabilitación de Aryeh Deri -líder del partido de los Shas y uno de los principales aliados del primer ministro- para ejercer cargos públicos obligó a Netanyahu a excluirlo del Gobierno. Por otra parte, la coalición gobernante está atravesada por diferencias internas sobre el abordaje de la cuestión de los asentamientos judíos en Cisjordania.