En una modalidad que ya es habitual en el sistema político italiano, el presidente Sergio Mattarella disolvió el parlamento y dejó el camino libre para la realización de elecciones. El primer ministro, Paolo Gentiloni, estableció que las mismas se realicen el próximo 4 de marzo.
Los sondeos previos indican que nuevamente serán necesarias las coaliciones, ya que ninguna de las opciones políticas se alzaría con el 40% de los votos, umbral necesario para formar gobierno. Al convocar las elecciones, Gentiloni hizo una evaluación positiva de su gestión y de las anteriores, e hizo un llamado a «continuar con este crecimiento económico y reparar las divisiones sociales».