Por Damian Szvalb / @DamianSz.
Sin lugar a dudas, el presidente español, Mariano Rajoy, se encuentra ante el mayor desafío de su carrera politica: debe frenar la furia independentista de los catalanes y no morir en el intento. No le será fácil. Cada vez que tuvo que demostrar destreza política le fue muy mal. A favor tiene dos cosas: la ley de su lado y una dirigencia política española que en su mayoría lo acompaña mas que nada porque atraviesa una crisis de liderazgo preocupante. Esto explica que Rajoy esté donde esté.
Al declarar unilateralmente el inicio de un proceso constituyente hacia la República, el Parlamento regional de Cataluña llevó el conflicto a una situación de suma cero. Ahora a Madrid solo le queda hacer una cosa: utilizar todas las herramientas legales para aplastar la revuelta independentista mas que por ninguna otra cosa porque una declaración de independencia unilateral es ilegal, en cualquier parte del mundo. De todas las alternativas que tenía, el presidente catalán, Carles Puigdemont, optó por el camino de la confrontacion. Rara eleccion: el Estado español pasará por encima del desafío independentista.
En su intervención, con el articulo 155 de la constitución bajo el brazo, Rajoy arrasará con cualquier atisbo de soberania. En Cataluña ninguna institución podrá mover una silla sin la autorización de Madrid.
Y es aqui donde Rajoy debería demostrar destreza política para no abrirles a los independentistas una válvula de escape. Ya les dio una mano el día después del referéndum cuando les regaló a los independentistas la tapa de todos los diarios del mundo con las imágenes de las fuerzas de seguridad de Madrid utilizando la fuerza para que la gente no pudiera votar.
Por suerte para él, es muy evidente la ilegalidad del gobierno catalán, y las leyes que condenan y castigan la decisión de Carl Puigdmont y del parlamento regional son contundentes. Pero así y todo, Rajoy es consiente del los peligros que entraña aplicar esta intervención. Por eso intentó evitarla hasta ultimo momento: sabe que no hay mejor escenario para los independentistas y los partidos antiestablishment catalanes, que denunciar cómo el poder central interviene sobre las instituciones regionales. La profecía autocumplida.
Los independentistas apuestan a que se generen incidentes y violencia. Para eso ya están diseñando una desobediencia civil no violenta. Intentarán compensar su gravísima violacion de la ley con un mensaje político. No les alcanzará para que Cataluña sea independiente pero sí para mostrar como los catalanes son víctimas de la represión del Estado central. Creen que así lograrán que algunos indiferentes, y quizás también alguna opositor a la independencia, se solidarice y quizás cambie de opinion.
El primer movimiento de Rajoy parece contemplar esa posibilidad. Haber llamado a elecciones para el 21 de dicimebre revela que la estrategia es acelerar los tiempos para que nadie en Cataluña sienta que Madridi se quiere quedar mucho tiempo allí. Esta decisión busca mas pasar ese mensaje que resolver la crisis. Es difícil imaginar que en tan poco tiempo se puedan celebrar elecciones regionales en las cuales se pongan sobre la mesa alternativas políticas que puedan resolver esta crisis. La grieta en Cataluña requiere mucho mas tiempo y dialogo para que empiece a achicarse.
España ha entrado en una crisis profunda producto de, sobre todas las cosas, la irresponsabilidad de un líder como Puigdmont, quien se ha lanzado una aventura sin medir el daño que le puede ocasionar a los catalanes. También a todos los españoles aunque eso no le importe demasiado.
Cataluña no será independiente porque el gobierno central no lo va a aceptar y nadie internacionalmente la va a reconocer como tal. Es probable que Puigdemont terminé preso. Se ha inmolado por la causa independentista. Ya no tiene ningún futuro político. Solo puede aspirar a que si alguna vez los catalanes se transforman en una República soberana, alguno se pueda acordar de este antecedente, que podría abrir una etapaa de dialogo entre las nuevas autoridades catalanes y Madrid.
Por su parte Rajoy debe conducir esta crisis que puede significar el fin de su carrera política. De cómo transcurra este periodo en términos de eficiencia y astucia apara comandar la intervención dependerá su permanencia como presidente. Hoy cuenta con el apoyo de la mayoría del arco político pero habrá varios que cuando todo esto termine, y mas allá de cómo termine, se empezarán a preguntar si Rajoy no pudo haber hecho algo mas para evitar esta crisis fenomenal. Y quizás se den cuenta que sí.