La convocatoria a elecciones que dispuso May semanas atrás con el objetivo de confirmar su liderazgo en el Parlamento y tomar más fuerza en la negociación e implementación del Brexit parecía una jugada maestra. Todo indicaba que el comicio daría una sólida mayoría a la premier. Sin embargo, algunos pasos en falso de May, como la sugerencia de que recortaría algunas prestaciones sociales, sumado a la resistencia que aún hoy existe en el pueblo británico a la implementación de un Brexit duro, ponen a los laboristas, con Jeremy Corbyn a la cabeza, cada vez más cerca de una definición mucho más ajustada.
Los últimos sondeos indican que la diferencia de votos que hace un mes era cercana al 20%, hoy apenas es de 3%. De darse en la realidad, la distribución de legisladores en el Parlamento será mucho más equitativa de lo que se esperaba, lo que pondría a Theresa May en una situación de debilidad y consolidaría la postura de los laboristas.
Sin duda un eventual triunfo de Corbyn volvería a sacudir a Europa y generaría incertidumbre sobre los pasos a seguir que tomará Gran Bretaña. Sin embargo, superada la preocupación inicial, Europa y la isla podrían encontrar solución a algunas cuestiones que hoy son conflictivas: Corbyn pregona garantizar los derechos sin restricciones de los inmigrantes de la UE, al tiempo que busca mantener al Reino Unido en el mercado común.
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