La violencia que está ejerciendo el ejército birmano contra la minoría musulmana rohingya acaba de ser calificada como “un ejemplo de libro de limpieza étnica”, según el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Raad al-Husein, en la apertura de la 36ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (ACNUDH) en Ginebra (Suiza).
En Myanmar, un país en donde más del 90% de la población profesa el budismo, los rohingyas son tratados como extranjeros, a pesar de que algunos están instalados desde hace generaciones. Por ejemplo, no pudieron votar en las elecciones de 2015, cuando se esperaba que el triunfo del partido de la premio Nobel de la Paz Aun Sang Sun Kyi les trajera un mejor trato. Pero no fue así.
El año pasado, el grupo Ejército de Salvación Rohingya en Arakán (ARSA, por sus siglas en inglés) pasó a la violencia y realizó varios ataques a instalaciones oficiales en el norte de Rajáin, o Arakan, la provincia donde viven la mayoría de esta comunidad. La respuesta del Tatmadaw, el Ejército birmano, fue extrema.
El Alto Comisionado agregó que el ACNUDH está recibiendo múltiples informes de ejecuciones sumarias e imágenes satelitales que muestran a las fuerzas de seguridad de Myanmar y a las milicias locales incendiando pueblos rohingyas. Hasta el momento, 270.000 personas, la mayoría musulmanes de la minoría Rohingya, se refugiaron en el vecino Bangladesh.