El lanzamiento por parte del régimen de Corea del Norte de un misil balístico que cruzó cielo japonés hizo dar un giro al grave conflicto que afecta a la península de Corea. Hasta el momento, los ensayos militares de Kim Jong-un no habían afectado seriamente a sus vecinos de la región. Sin embargo, este último amenazó concretamente los intereses de Japón, y eso hizo que la comunidad internacional dispusiera una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La reunión fue liderada por Estados Unidos, en su embajadora Nikki Haley. Todo el cuerpo coincidió en condenar “enérgicamente” el accionar de Kim Jong-un, por amenazar seriamente los intereses de otro país miembro de Naciones Unidas. El resultado de la reunión fue una declaración conjunta que insta a todos los países a implementar de manera contundente e inmediata las sanciones impuestas por el órgano al régimen norcoreano.
Sin embargo, Kim Jong-un parece ignorar toda condena recibida. El líder sostiene que el accionar de su gobierno es una respuesta a la constante amenaza que significan para su país las permanentes maniobras militares de sus enemigos Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. En este marco, pidió a sus súbditos continuar con el lanzamiento de misiles contra el océano Pacífico, lo que sin duda hará escalar aún más la tensión en la región.