En lo que significó la escalada de violencia más grave entre ambos países desde la guerra de 2006, docenas de cohetes fueron disparados desde el Líbano hacia Israel. Esto se produce un día después de un fuerte enfrentamiento entre la policía israelí y los fieles palestinos en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén durante una redada policial en el complejo.
Se dispararon al menos 34 cohetes, según informaron las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Veinticinco fueron interceptados, cuatro cayeron dentro del Líbano y cinco sobre territorio israelí, incluida la ciudad norteña de Shlomi. El ataque con cohetes tuvo lugar cuando, en la madrugada del jueves decenas de miles de israelíes celebraban la Pascua judía en el norte de Israel.
El portavoz de las FDI, Daniel Hagari, afirmó en una rueda de prensa que Hamas estaba detrás del ataque. Pero Hamas no dijo nada sobre la acusación. Hagari agregó que el gobierno libanés «es responsable de cualquier ataque desde su territorio». El ala militar de Hezbolá, el grupo terrorista que controla el sur del Líbano, emitió un comunicado expresando su solidaridad con el pueblo palestino y «las facciones de la resistencia» y enfatizó que respalda cualquier paso que tomen para defender la Mezquita Al-Aqsa.
El primer ministro Benjamin Netanyahu convocó al gabinete de seguridad para discutir la respuesta a este ataque y a la escalada de violencia en Jerusalén y Gaza. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, instruyó a las Fuerzas Armadas a preparar todas las posibles opciones de represalia por el ataque con cohetes desde el Líbano y presentarlas al gabinete de seguridad.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel instruyó a los embajadores israelíes en el extranjero para que transmitieran un mensaje a los gobiernos de que Israel tomará represalias por el lanzamiento de cohetes desde el Líbano.
El general Aroldo Lázaro, jefe de misión y comandante de la Fuerza Provisional de la ONU en el Líbano, calificó la situación de extremadamente peligrosa y dijo que estaba en contacto con las autoridades libanesas e israelíes.
Un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca dijo en un comunicado que la administración de Biden sigue «extremadamente preocupada por la continua violencia [en la región] e instamos a todas las partes a evitar una mayor escalada».