Cuando varias semanas atrás Theresa May anunció la convocatoria a elecciones para renovar el Parlamento y lograr mayor apoyo para implementar el Brexit, no imaginaba que sería una muy mala decisión. Las urnas volvieron a sacudir a Gran Bretaña y dieron una lección a May: a pesar de haberle dado el triunfo a los conservadores frente a los laboristas por 42% a 40%, May perdió la mayoría que tenía en el Parlamento y los laboristas aumentaron su presencia en 30 escaños.
Con este nuevo mapa político y ya sin la mayoría que ostentaba hasta ayer, Theresa May se encuentra ante una encrucijada que no había imaginado: renunciar o encarar la implementación del Brexit debilitada, y con un partido laborista que está al acecho y que pide a gritos su dimisión.
Si bien ya anunció que elegirá la segunda opción y se mantendrá en el cargo, apoyada principalmente en el Partido Unionista Democrático, que aporta 10 escaños más a los conservadores, May deberá lidiar con una oposición que incluso cuenta con miembros de sus propias filas: desde el Partido Conservador varias figuras no escatimaron en cuestionamientos para la premier, e incluso algunos se animaron a sugerir que debería renunciar.
Una vez más una elección en Gran Bretaña da la nota, deja en una posición de gran debilidad a su premier y pone en duda la correcta implementación de un Brexit duro, como quería May. Así lo hizo saber el líder laborista, Jeremy Corbyn, quien no dudó en afirmar que “con esta elección debe sepultarse la idea de implementar un Brexit duro”.
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