La devastadora sequía que viene afectando a Somalia ha generado la pérdida de campos y animales, medios de vida de centenares de familias muchos de cuyos integrantes, especialmente los niños, terminan muriendo por hambruna. La situación no es nueva en el país africano, que en 1992 y 2010 ya había vivido este desastre.
Los factores climáticos, sumados a las condiciones paupérrimas de vida de sus ciudadanos, han llevado a sus máximas autoridades a declarar que la sequía es un “desastre nacional”. La ONU, en un desesperado pedido a donantes, afirmó que necesita 825 millones de dólares para hacer frente a la crisis humanitaria que azota al país producto de la sequía y la hambruna.