Sabido es que la situación general de Venezuela es cada vez más delicada. La crisis política, económica y humanitaria que azota al país desde hace meses no cede y, por el contrario, parece profundizarse. Sin embargo, el presidente Nicolás Maduro se mantiene firme en su posición y busca la reelección. Pero para acompañar su cruzada política, el sucesor de Chávez tiene claro que debe dar un giro de 180 grados a su economía, muy condicionada por el elevado nivel de deuda, que ni siquiera las regalías petroleras logran solventar.
Con una declaración de default selectivo por parte de Standard & Poor’s, su credibilidad por el piso, la imposición de sanciones económicas internacionales y las fuentes de financiamiento agotadas, Maduro, una vez más, apeló a su creatividad para intentar sortear la situación. Así, anunció la creación de “petro”, una criptomoneda como bitcoin, con la que asegura “vencerá al bloqueo financiero” internacional. El régimen venezolano respaldará su moneda virtual con las reservas naturales: petróleo, gas, diamantes y oro serán los encargados de darle sustento a la novedosa pero arriesgada jugada de Maduro.
Venezuela cierra 2017 con un descenso del PBI superior al 10% y una inflación que ronda el 600% anual. Esto, sumado a una situación política inestable y cuestionada por la comunidad internacional, hacen pensar que Maduro no logrará ser exitoso en su estrategia de instrumentar su propia moneda virtual para generar fuentes de financiamiento no convencionales. Como toda moneda, el petro debería ser aceptado como medio de pago, depósito de valor y unidad de cuenta o de cambio, las tres funciones básicas del dinero. Pero para eso, es necesario que el mundo tenga sobre esta nueva moneda y sobre Maduro algo que parece poco probable de conseguir en la Venezuela de hoy: confianza. Si Maduro no logra generar confianza, petro no pasará de una creativa propuesta de su régimen, y de ninguna manera permitirá a Maduro sortear la angustiante situación financiera y económica de su país.
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