El primer ministro italiano, Mateo Renzi, presentó hoy su renuncia al presidente Sergio Mattarella, tras la derrota sufrida ayer en el referéndum popular que debía confirmar la aprobación de la reforma constitucional impulsada por Rendi y aprobada por los legisladores italianos.
Si bien la consulta concreta del referéndum incluía varias consultas, lo cierto es que la principal y más polémica era la que confirmaba el final del bicameralismo perfecto por el cual senadores y diputados italianos tenían igualdad de poder. Renzi proponía dejar a la Cámara de Senadores como una autoridad más bien formal que real, y ponía en manos de los diputados el poder real de legislar. El objetivo, dar mayor margen de acción y más estabilidad al poder ejecutivo, evitando la inestabilidad que produce hoy por hoy un sistema en el que las cámaras legislativas tienen igualdad de poder para aprobar o boicotear cualquier medida.
Renzi, en medio de la campaña por el “Sí”, había prometido que si ganaba el “No” renunciaría. Ganó el “No” y Renzi cumplió. Mattarella ahora deberá elegir a su sucesor, que completará el período hasta las nuevas elecciones, o hasta que la política italiana decida terminar con su mandato (Italia tuvo cuatro primer ministros en cinco años, producto de la inestabilidad de su sistema político).
Al ser moneda corriente en Italia, la renuncia de Renzi no genera consecuencias graves en lo inmediato, aunque sí colabora en complicar aún más la situación de un país que necesita ordenarse políticamente para empezar a luchar seriamente contra sus problemas económicos.
En lo local, el presidente Mauricio Macri sigue en una racha nefasta a nivel internacional. Pierde a otro de sus mayores aliados, luego de la derrota de Hillary Clinton en Estados Unidos. Y en lo regional, Europa sufre un nuevo golpe (luego del Brexit), y se mantiene en alerta por el avance de movimientos populistas (a la europea, muy distintos a lo que vemos en América Latina), caracterizados por el proteccionismo y los cuestionamientos a la Unión Europea.
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