El presidente François Hollande anunció que no será candidato en las próximas elecciones presidenciales, y así disparó formalmente la disputa en el seno del Partido Socialista. El socialismo, que hoy vive una grave crisis interna y un descrédito marcado debido a la gestión de Hollande, tiene como único candidato declarado es titular de la cartera de Economía, Arnaud Montebourg. Pero todo hace pensar que el primer ministro, Manuel Valls, se anotará en la disputa. De presentarse Valls, el socialismo elegirá a su candidato entre dos personalidades muy fuertes pero totalmente contrapuestas en la interna del partido.
La disputa entre estos candidatos no es más que la disputa entre las dos alas del partido socialista. El ala de Hollande y Valls, defensora de una política económica de corte más liberal, en contraposición al ala de Montebourg, que propone la existencia de un estado más proteccionista.
Más allá de la resolución de esta interna, lo cierto es que si quiere competir con chances concretas, el socialismo deberá mostrar algún grado de pragmatismo que adecúe sus valores históricos a las demandas de una sociedad francesa desilusionada con la gestión de Hollande. Y en ese sentido, con una derecha bien afianzada con su versión moderada (Fillon) y su versión extrema (Le Pen), Montebourg puede sacar alguna ventaja.
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