Las autoridades filipinas informaron este miércoles que, en el lapso de una sola noche, las fuerzas policiales habían acabado con la vida de 32 narcotraficantes en la provincia norteña de Bulacan. Se trata del mayor número de muertos desde que el presidente Rodrigo Duterte lanzó su implacable “guerra contra las drogas” el año pasado, que lleva más de 7.000 muertos, de los cuales 3.451 ocurrieron en acciones policiales y los demás se atribuyen a grupos autodenominados “vigilantes”.
La Policía de Bulacán justificó su actuación argumentando que los sospechosos muertos eran “delincuentes notorios de los que prefieren luchar hasta la muerte antes que ser atrapados vivos”, por lo que los agentes “no tuvieron más remedio” que disparar a matar. Duterte, por su parte, calificó de “magnífico” lo sucedido.
La «guerra contra las drogas» en Filipinas ha sido criticada duramente por organizaciones internacionales y de derechos humanos, que acusan a Duterte de avasallar derechos básicos –registrándose incluso ejecuciones sumarias-, mientras que el presidente ha respondido tachando de “hipócritas” a sus críticos, diciendo que no se detendría por el temor a cometer un acto que lo expusiera “a la condena pública o a la persecución legal”.
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