Hace un año, en el marco de la OPEP, los países productores de petróleo más importantes del mundo decidieron recortar la producción de crudo para impulsar un aumento en los precios. La producción era excesiva y, como indica la microeconomía, ante tal supremacía de la oferta sobre la demanda los precios se desplomaron, poniendo en apuros a muchas de estas potencias petroleras, que cuentan con los ingresos provenientes de la actividad como principal insumo de sus presupuestos.
Hoy, ante la discusión de mantener o no dicha medida, encontramos una situación diferente. La estrategia adoptada ha sido exitosa. Con alrededor de 65 dólares por barril, el precio duplica a los valores previos a la medida, aunque mantiene una diferencia considerable con récords históricos no muy lejanos en el tiempo. Entre la OPEP y Rusia acotaron la producción de crudo en 1.000.000 de barriles en el último año, y los precios así lo reflejaron. Esta situación está dando al mercado del petróleo un nuevo aire y permite a los países productores gozar de una primavera para abastecer sus arcas.
La pregunta entonces es cuán estable es esta situación. Diversas situaciones de la política internacional siembran algunas dudas que encienden un alerta sobre el futuro del mercado. Quizá la principal sea el curso que está tomando la potencia clave de la OPEP, Arabia Saudita, que está trabajando sobre una serie de reformas impulsadas por el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán. Si bien ninguna apunta directamente al negocio, su intención de cambiar algunos usos y costumbres del régimen genera una incertidumbre que puede repercutir en las expectativas económicas. Por otra parte, Venezuela y su interminable crisis están haciendo que el país venga reduciendo de manera considerable y sostenida su producción de crudo, y nada hace pensar que la situación pueda mejorar. Irak, recién saliendo de la lucha contra Estado Islámico, pero aún inmerso en tensiones internas con la comunidad curda, tampoco aparece como un actor relevante en la producción en el corto plazo.
En síntesis, si bien la merma en la producción logró dispara el precio, tanto la OPEP como Rusia deberán analizar quirúrgicamente la extensión de la medida adoptada un año atrás, ya que esas situaciones en países clave en la producción pueden afectar los niveles a futuro. En lo inmediato, todo indica que estirar la situación para mantener el alza en los precios no parece mala opción.
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