Luego de resignarse y aceptar la fuerte postura de Europa sobre el Brexit, que no permitirá que la salida de Reino Unido deje lugar a posiciones ambiguas, Theresa May salió a dejar en claro que no habrá un Brexit blando y que Reino Unido se marchará de la Unión Europea, con todo lo que eso conlleva.
“No seremos miembros parciales, asociados o ninguna otra cosa que nos deje la mitad dentro y la mitad fuera», afirmó May. Con esa frase, intentó despejar dudas y romper con las ilusiones de todos aquellos que aún sueñan con una salida a medias de la UE. May decidió privilegiar el control de las fronteras, aún con el riesgo que eso implica a nivel económico, ya que si Reino Unido se sale de la UE con el objetivo de controlar el libre movimiento de personas, deberá resignar la libre circulación de productos, por lo que dejará de formar parte del mercado común.
Estas afirmaciones de May se dan momentos antes de que el Tribunal Supremo determine que el Parlamento deberá aprobar la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, mediante el cual un miembro de la UE solicita comenzar el proceso de salida. En este sentido, May afirmó que negociará un plan de salida total, y que una vez que lo tenga definido lo someterá a la voluntad del Parlamento, aceptando ya la decisión del Tribunal Supremo al respecto.
Theresa May eligió la opción del Brexit duro. Esto despierta aliados y detractores. En el primer grupo, Europa, que desde el referéndum que disparó el Brexit dejó en claro que la salida debía ser total. En este grupo también está Donald Trump, que no escatimó elogios con Reino Unido por la decisión tomada. En el grupo de los detractores, se encuentra Nicola Sturgeon, la ministra principal de Escocia, partidaria de un Brexit duro, que ante esta decisión de May seguramente volverá a disparar la idea de un referéndum en Escocia para salirse del Reino Unido y permanecer en la Unión Europea.