La situación en el país más postergado de Medio Oriente, Yemen, es cada vez más preocupante. No en vano la ONU ha sugerido que la de Yemen es la peor crisis humanitaria que tiene lugar hoy en el mundo.
En este marco, el rey Salman de Arabia Saudita anunció que su país contribuirá a paliar la crisis con nada menos que 2.000 millones de dólares, que se depositaron en el banco central yemení. La moneda local no para de depreciarse y ya sufrió una devaluación de más del 50% con respecto al dólar. A la debilidad de la moneda local, se suman la creciente inflación y las serias dificultades del sector público para hacer frente a sus obligaciones, como el pago de sueldos.
Arabia Saudita afirmó que la ayuda a Yemen no deberá ser reembolsada por este país, es decir, no se trata de un préstamo sino de un depósito. El objetivo formal de la medida, según autoridades saudíes, es fortalecer la moneda local, el rial, para evitar así que la ya grave situación humanitaria continúe empeorando. Pero más allá de esto, estratégicamente es un paso al frente para Arabia Saudita, que mantiene un conflicto latente con Irán por el liderazgo de la región.
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