El príncipe heredero Mohamad bin Salman dejó en claro que el reino de Arabia Saudita «no tiene un problema con los judíos” y que “tanto los palestinos como los israelíes tienen derecho a tener su propia tierra», aunque luego el rey Salman confirmó la postura de su país: Palestina debe tener su propio estado con Jerusalén como capital.
Al margen de la cuestión particular que enfrenta a israelíes y palestinos, la clave del guiño hecho por los saudíes a Israel debe buscarse en la cada vez más tensa relación que su país mantiene con Irán, enemigo común, por el liderazgo regional. En esta línea, desde Arabia Saudita señalaron que Irán es el pilar fundamental del triángulo del mal de Oriente Medio, y compararon al ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, con Hitler.
Con información de: Europa Press.