Las fuerzas Fuerzas Democráticas Sirias (kurdos y árabes sirios respaldadas por Estados Unidos) aseguraron hoy que habían logrado tomar la ciudad de Raqqa, en el norte de Siria, hasta entonces en poder del Estado islámico. Se trata de un duro golpe para el ISIS, que durante mucho tiempo había usado a la ciudad como la capital de facto de su autoproclamado califato.
Según informó la prensa internacional, los habitantes de Raqqa celebraron la “liberación”, luego de haber vivido bajo el régimen represivo de los militantes, que se basaba en una aplicación extrema de la ley islámica. Los residentes subieron a Internet imágenes de los combatientes de la Fuerzas Democráticas Sirias (FSD) festejando y disparando armas en las calles.
Las negociaciones tripartitas mantenidas entre los líderes tribales de la ciudad, las FSD y un grupo de unos 400 yihadistas que todavía permanecían en la ciudad permitieron alcanzar un acuerdo la rendición de estos últimos. La meta principal era prevenir más muertes entre los 4.000 civiles que se estima que el ISIS mantenía como escudos humanos.
La derrota en Raqqa del Estado Islámico conlleva un fuerte peso simbólico. En su apogeo en 2014, el grupo controló la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul, así como Raqqa y grandes extensiones de tierra a ambos lados de la frontera. Y tenía grandes aspiraciones de aumentar su territorio y consolidar su dominio. Sin embargo, ahora se encuentra al borde de la derrota final.
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