Benjamin Netanyahu no tuvo más remedio que cumplir la orden del Tribunal Supremo israelí y desmantelar el asentamiento de Amona, considerado ilegal. Si bien la resolución data de tiempo atrás, Netanyahu siempre había encontrado la manera de evitar su aplicación.
El levantamiento del asentamiento despertó numerosas críticas internas en el gobierno, sobre todo del ala más radical, y también protestas por parte de jóvenes judíos que intentaron impedir el desmantelamiento de las 42 casas que componían el asentamiento de Amona, incluso enfrentándose a fuerzas policiales que garantizaron el cumplimiento de la orden judicial.
Para compensar, Netanyahu autorizó la construcción de 3000 casas en territorios en disputa luego del conflicto de 1967. Esto despertó la ira de la OLP (Organización para la Liberación Palestina), que exige el cumplimiento de la resolución 2334 de la ONU, que declara ilegales todos los asentamientos israelíes establecidos en territorios en disputa.
Netanyahu está aprovechando la llegada de Trump para redoblar la apuesta y seguir avanzando sobre Cisjordania, luego del revés que le propinó Obama al no vetar la resolución 2334. Sin embargo, el accionar de Israel no hace más que complicar el camino para solucionar un conflicto histórico que tiene en la teoría de los dos estados a la solución más aceptada por la comunidad internacional.