Desde que el miércoles pasado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, activó el traspaso de la embajada de su país a Jerusalén –lo que implica un reconocimiento de la Ciudad Santa como capital del Estado judío, sin resolver su status fronterizo de forma negociada-, los palestinos reaccionaron y comenzaron las manifestaciones en contra y los enfrentamientos en la zona.
Desde el viernes, los soldados israelíes abrieron fuego en la zona contra los principales incitadores de los disturbios y algunos fueron alcanzados. El enfrentamiento se dio en el marco del “día de furia” del que participan este viernes, día sagrado de los musulmanes, miles de palestinos en Cisjordania, Gaza y Jerusalén del Este.
Por otro lado, en represalia por el lanzamiento de cohetes desde Gaza, el ejército israelí realizó distintas incursiones en dicho territorio, incluyendo varios bombardeos. En total, desde el comienzo de las protestas se registraron cientos de heridos y cuatro palestinos muertos. Asimismo, un guardia de seguridad israelí fue acuchillado en la Ciudad Vieja.
Finalmente, la semana pasada, durante una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad, los miembros europeos, China y Rusia, y países de África y América latina criticaron la decisión de Trump, expresaron su preocupación por la violencia y reafirmaron el consenso sobre Jerusalén: debe ser capital de dos Estados (israelí y palestino), cuyos límites deben ser negociados.