¿Donald Trump se va acomodando al cargo? ¿Está comprendiendo que no puede reaccionar agresivamente ante cada episodio que lo molesta? Es pronto para contestar afirmativamente estas preguntas. Lo que sí sabemos es que ante la primera prueba misilística de Kim Jong Un, dirigida a Japón, la administración Trump respondió de una manera «equilibrada para evitar una escalada», y agregó que analizará si impondrá nuevas sanciones y si reforzará su presencia militar en la zona.
La prueba de Corea del Norte coincidió con la visita de Shinzo Abe, primer ministro japonés, a Estados Unidos. Allí Trump afirmó que Estados Unidos estará «al lado de Japón, su gran aliado, al 100 por 100», pero evitó manifestarse de manera agresiva sobre el líder norcoreano. La inestabilidad de la región, con la crisis política de Corea del Sur, la constante amenaza de Corea del Norte tanto para Corea del Sur como para Japón, el creciente protagonismo de la China comunista, y la disputa entre Japón y China por el control del archipiélago de Okinawa, hace que Trump deba tener entre sus prioridades en materia de política exterior a la zona norte del Pacífico.