El grupo terrorista estrella del momento, Estado Islámico, atacó en pleno parlamento iraní, con kamikazes que generaron explosiones que dejaron al menos 17 muertos, incluidos ellos mismos.
Este golpe de ISIS dispara varias lecturas, porque no fue contra Occidente. En primer lugar, es reflejo de la guerra étnica-religiosa entre chiitas y sunitas dentro del islam: ISIS es representante del último grupo y desprecian a los chiítas, mientras que Irán es el centro de la etnia chiíta. En segundo lugar, el ataque fue perpetrado en el monumento al ayatolá Khomeini, líder de la revolución iraní de 1979, lo que supone una afrenta grave para el pueblo iraní. Y en tercer lugar, también hay un claro mensaje al gobierno iraní por su alianza con el líder sirio, Bashar al Asad, de la cual también participa Rusia.
Durante los últimos cinco días se registraron diversos atentados en todo el mundo. Londres el sábado marcó el inicio, con la muerte de 7 personas. Le siguieron Melbourne y Paris. Y ahora Irán. ISIS, por acción coordinada o por simple inspiración de fundamentalistas sueltos, no para de dar golpes.