Benjamín Netanyahu decidió patear el tablero de la diplomacia de su país y suspendió los vínculos con todos los países que por acción u omisión permitieron que la ONU aprobara la resolución pedida por Egipto y los países de la Liga Árabe, que condena a las colonias israelíes en Palestina. A su ya público disgusto con la administración de Barack Obama, Netanyahu sumó la suspensión de vínculos con Rusia, Francia, Reino Unido, China, Japón, Egipto, Uruguay, Angola, Ucrania, Senegal y Nueva Zelanda.
En la práctica, la medida implica que ningún ministro de Israel podrá viajar a esos países al menos hasta que Donald Trump tome posesión del poder el próximo 20 de enero. De esta manera, se produce el distanciamiento más importante de los últimos años entre Israel y la comunidad internacional, y aumenta la expectativa sobre qué sucederá en Medio Oriente una vez que Trump, manifiesto aliado de Israel, asuma la presidencia.
Mientras tanto, Israel también sube la apuesta en el terreno. El ayuntamiento de Jerusalen quiere construir 5.600 viviendas más allá de la Línea Verde, es decir, del límite consensuado para la instalación de asentamientos. La votación, que confirmará o cancelará estos planes, será en los próximos días.
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