Como si estuviésemos en los ochenta, Estados Unidos y Rusia no paran de cruzar acusaciones. En los últimos días Rusia había sugerido que Estados Unidos no tenía la firme determinación de acabar con el conflicto en Alepo, Siria. Y ahora Estados Unidos, a través de la CIA, manifestó que tiene serias sospechas de que Rusia participó en la difusión de correos electrónicos robados que acabaron dañando a la candidata demócrata. El caso tiene prioridad de investigación según la instrucción de Barack Obama.
La acusación concretamente apunta a que Rusia habría entregado a Wikileaks correos del Comité Demócrata y del jefe de campaña de Jillary, para que luego Wikileaks los filtrara. Detrás de esta acusación por supuesto está la presunción de que Trump fue quien alentó este accionar, considerando la afinidad de público conocimiento que hay entre Trump y Putin.
La investigación deberá avanzar. Lo que queda claro es que el vínculo entre la gestión demócrata de Obama y Vladimir Putin está en un mal momento, con incidentes que recuerdan a lo que sucedía durante la Guerra Fría varias décadas atrás.
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BBC.