La Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria acusó ayer a las fuerzas de ese país de haber utilizado armas químicas en más de dos docenas de ocasiones durante la guerra civil, lo que constituye un flagrante crimen de guerra. El informe presentado confirma también la responsabilidad del régimen de Bashar Al Assad por el ataque mortal de abril contra la ciudad de Jan Sheijun en la provincia rebelde de Idlib, que mató a más de 80 personas.
En la zona fueron encontrados restos de la bomba –de la que el régimen siempre dijo que no era responsable-, y aunque la Comisión no ha podido determinar el tipo exacto del arma química utilizada, “las partes son consistentes con bombas de gas sarín producidas por la antigua Unión Soviética en la clase de bombas de 250 kilogramos, que tendría aproximadamente 40 kilogramos de sarín, dependiendo de la munición utilizada”.
Los investigadores independientes también dijeron que estaban “gravemente preocupados por el impacto de los ataques de la coalición internacional contra los civiles”. En este sentido, denunciaron un ataque aéreo estadounidenses en una mezquita de la aldea de Al-Jina, en la zona rural de Alepo, en marzo, causó la muerte de 38 personas, incluidos niños.