La Cámara de Representantes del Congreso estadounidense aprobó por una mayoría contundente, que contó con el apoyo de demócratas y republicanos, un nuevo paquete de sanciones a Rusia por su intromisión en las elecciones presidenciales de 2016.
La medida deberá ser refrendada o no por el Senado, para luego caer en manos de Donald Trump, quien tendrá la última decisión al respecto. Como si fuera poco, entró en juego otro actor relevante: la Unión Europea, que tiene estrechas vinculaciones con Rusia en materia de provisión de energía. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, advirtió a Estados Unidos que si las medidas tomadas contra Rusia afectan estos vínculos y generan problemas en la provisión de energía en los países del bloque, no dudarán en tomar las medidas convenientes para revertir la situación.
La resolución de la Cámara de Representantes también incluye sanciones a Irán y a Corea del Norte, en reprimenda por sus respectivos planes de desarrollo nuclear, lo que generó nuevas advertencias por parte de ambos países.
De lograr el visto bueno del Senado, la medida pondría a Trump en una posición sumamente incómoda: si avala el nuevo paquete de medidas, complica aún más la relación con Rusia, choca con la Unión Europea e intensifica el rechazo por parte de Irán y Corea del norte; si lo rechaza, incurre en un costo enorme a nivel interno, donde buena parte de la población, la prensa y la dirigencia política lo acusan de complicidad con el enemigo histórico.
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