Poco tiempo pasó desde que Rafael Correa apuntalaba fuertemente a su candidato, Lenin Moreno, para ganarle la segunda vuelta a la derecha ecuatoriana. Fue por abril de 2017, cuando Moreno logró imponerse a Guillermo Lasso, y comenzaba su misión de consolidar el trabajo hecho por Correa, su mentor. Hoy, nueve meses después, el oficialismo de Moreno vuelve a chocar con la oposición, pero esta vez, paradójicamente, encarnada por Rafael Correa.
El próximo 4 de febrero tendrá lugar un referendum y consulta popular, que tiene como temáticas a evaluar la inhabilitación de funcionarios por delitos por corrupción y la abolición de la reelección indefinida aprobada bajo la gestión de Correa en 2015. De las más de 40 organizaciones reconocidas por el Consejo Nacional Electoral, solo cuatro militarán por el “No”, que implica la negativa a la inhabilitación de funcionarios y a la abolición de la reelección indefinida. Justamente el ex presidente Rafael Correa, a través de representantes y seguidores, está encolumnado en este grupo, que boicotea la consulta popular impulsada por el presidente Moreno.
Las urnas serán el campo de batalla para que Moreno y Correa protagonicen un nuevo combate en la disputa que mantienen por el liderazgo político del país, pero también de su partido, la Alianza País. El brusco cambio del presidente Moreno, calificando a su antecesor de corrupto y cuestionando los pilares centrales de la era correísta que decía defender en campaña, dinamitó el juego político en Ecuador y busca acabar con el liderazgo de quien gobernó el país durante una década, Rafael Correa.
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