Con su país sumido en una crisis económica y política profunda, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, viajó ayer a Rusia para participar de un foro energético y reunirse con uno de sus más fieles aliados: Vladimir Putin. Todo indica que su objetivo es lograr una reestructuración de la deuda que Venezuela mantiene con Rusia, valuada en 2.800 millones de dólares.
Maduro manifestó que “como cualquier compromiso financiero que se pueda tener con algún banco, agente financiero o Estado, es propenso a ser reestructurado”. Y agregó que «cualquier refinanciamiento o reestructuración para pagar en mejores condiciones seguramente será objeto de acuerdo entre los dos países”.
El ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, informó, por su parte, que Rusia y Venezuela trabajan para buscar una fórmula mutuamente aceptable. La renegociación de la deuda se hace en el marco del club de París -un foro informal de acreedores oficiales y países deudores-, pero también en el plano bilateral.
Entre las líneas de financiamiento abiertas por Rusia para Venezuela se encontraban créditos para comprar armas e inversiones del consorcio petrolero estatal Rosneft como adelanto por los suministros para realizar explotaciones petroleras comunes.