El próximo domingo 15 de enero tendrá lugar en Paris una reunión de ministros de Relaciones Exteriores, en la que la disputa Israel-Palestina será el tema estrella. Benjamin Netanyahu ya había adelantado la ausencia de Israel, ofendido por la resolución 2334 de la ONU, que condenó los asentamientos israelíes en territorio en disputa. Ahora Palestina se sumó a Israel, argumentando que ante la ausencia de la otra parte prefería no participar.
Para el líder de Israel, la conferencia es fomentada por Francia en complicidad con la Autoridad Palestina. Todo indica que el documento final de la cumbre reforzará la condena sobre el accionar de Israel y que volverá a enfatizar la necesidad de avanzar sobre la teoría de los dos estados. Netanyahu, buscando adelantarse a este documento, ya avisó que Israel no tomará como vinculantes las resoluciones de la cumbre. El problema para Netanyahu, y el motivo de su gran temor a esta cumbre, es que lo que allí se decida será un insumo fundamental para nuevas resoluciones de la ONU, a las que no podrá ignorar tan fácilmente.
La comunidad internacional, en su mayoría, aboga por la teoría de los dos estados. Y se espera que la cumbre de Paris sea una ratificación de esta situación. Esto expone mucho más a Netanyahu, en momentos en los que también a nivel interno está recibiendo varios reveses. Sin embargo, hay una luz al final del camino para él: el 20 de enero Trump será presidente de Estados Unidos, y podrá volver a utilizar en favor de Israel el poder de veto que Obama decidió no usar ante la resolución 2334.