Ali Akbar Hachemí Rafsanyaní, fallecido días atrás a los 82 años, fue una figura clave en la gesta de la República Islámica de Irán, en 1979, y mano derecha del ayatola Jomeiní.
Presidente de Irán entre los años 1989 y 1997, durante su presidencia puso fuerte énfasis en el desarrollo económico de Irán, especialmente luego de los ocho años de guerra con Irak. Sin embargo, terminada su presidencia su relevancia política en Irán se vio fuertemente diezmada, perdiendo protagonismo e incluso siendo derrotado holgadamente en todas las elecciones a las que se presentó desde el final de su presidencia. No obstante, tuvo una revancha en la última elección de la Asamblea de Expertos, organismo que designa y supervisa al líder supremo, en la que obtuvo la mayor cantidad de votos histórica, aunque luego decidió retirarse y no postularse para presidir la Asamblea.
Rafsanyaní encabezaba el Consejo de Discernimiento, una autoridad consultiva del jefe del Estado iraní y de arbitraje entre el parlamento y el Consejo de Guardianes. Su paso por la política de Irán será recordado por su protagonismo desde 1979, como mano derecha de Jomeiní, y por su pragmatismo, que lo llevó durante su presidencia a impulsar el desarrollo del sector privado en detrimento del público y por la normalización de las relaciones con los países de Occidente. Esto, sin duda, le valió muchos cuestionamientos a nivel local, por parte de los líderes más combativos.
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