Luego de una campaña y de unas primeras semanas de gestión abiertamente pro Israel, afirmando que mudaría la embajada estadounidense a Jerusalen (algo repudiado por Palestina), Donald Trump parece ir adentrándose en los caminos de la diplomacia. En este marco, mantuvo una conversación telefónica con Abu Mazen, líder palestino, y lo invitó a visitarlo en la mismísima Casa Blanca.
Trump parece haber entendido que su postura sobre el conflicto solo agregaba más leña al fuego. Ya en su encuentro con el líder israelí, Benjamin Netanyahu, había sugerido una moderación en su posición, al afirmar que aceptaría «Un Estado, dos Estados, lo que ellos quieran», en referencia a la eventual creación de un estado palestino que sostiene la teoría de los dos estados, hasta el momento la preferida por la comunidad internacional.
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