Si algo ha marcado los primeros meses de gestión de Donald Trump, eso ha sido Rusia. Mucho de lo sucedido hasta el momento durante su gestión tuvo que ver con Rusia, y generalmente han sido más las malas que las buenas noticias.
La injerencia rusa en las elecciones que lo consagraron presidente, el conflicto con la inteligencia local, la salida de su asesor Michael Flynn, la supuesta filtración a funcionarios rusos de información confidencial brindada por Israel. Los mayores dolores de cabeza de Trump pasaron por Rusia. Sin embargo, el magnate instruyó a su cuerpo diplomático, con Rex Tillerson a la cabeza, de continuar matizando los eventuales cortocircuitos y de fomentar una mejora en las relaciones con la contra potencia.
La duda que queda es si Trump toma esta medida por temor a represalias del Kremlin o por genuina intención de suavizar las tensiones que históricamente han existido entre estos dos países.
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