Cuando todo estaba listo para terminar con los 500 días de bloqueo político, los dos grandes socios que se repartirán el poder en Israel durante los próximos 4 años, Bibi Netanyahu y Benny Gantz, anunciaron que iban a posponer el acto de “juramentación” del gobierno de unidad israelí que estaba previsto para ayer. ¿El motivo? Todavía no se pusieron de acuerdo en el reparto de los ministerios. Ambos, sobre todo Bibi, tiene problemas para conformar a algunos dirigentes de su propio partido, el Likud, que sienten que en este nuevo reparto de cargos, van a perder poder.
Si bien todo indica que llegarán a un acuerdo, esta mini crisis no es una buena señal para una coalición que aún no asumió. Ambos líderes tendrán que trabajar mucho para contener a todos, ya que no se pueden dar el lujo de perder el amplio poder parlamentario que va a tener al comienzo de su gestión. Según lo informado por diversas agencias internacionales de noticias, fue Netanyahu el que le solicitó a Gantz el aplazamiento del acto de asunción para que la inauguración de la formación se diera de manera «completa».
El mayor desafío de esta nueva coalición será enfrentar los problemas económicos que está generando el Coronavirus. De hecho, el principal argumento que Bibi y, sobre todo, Gantz presentaron para juntarse fue justamente armar un Ejecutivo sólido y de emergencia para hacer frente a la pandemia que en Israel ha tenido limitadas consecuencias sanitarias con “solo” 16500 infectados y 264 muertes. Sin embargo, como en todos los países, ha golpeado fuerte la economía y disparó la tasa de desempleo por encima del 25 por ciento.
Estas 48 horas, Bibi y Gantz las dedicarán a acomodar y a conformar a todos los socios de la coalición que está integrada por seis partidos y algunos diputados sueltos que se fueron de sus agrupaciones. El nuevo ejecutivo tendrá 36 ministerios a los que se suman 16 viceministros. Será el gobierno con mayor número de ministerios desde la creación del Estado hace 72 años.
A pesar que el bloque de derecha fue el que más votos sacó en la última elección, el reparto de cargo entre las coaliciones será equilibrado. Convivirán en un mismo gobierno los partidos religiosos y de derecha más extremos con los parlamentarios centristas de Azul y blanco y con algunos dirigentes del laborismo.
Para los analistas, este nuevo gobierno será más moderado en comparación con los anteriores, que en varios temas (conflicto con los palestinos, derechos de las minorías, cuestiones religiosas) tomaron posiciones fuertemente de derecha. Esta mayor amplitud ideológica explica el apoyo que tendrá, tanto en el parlamento (más de 70 diputados) como en la sociedad, donde una mayor parte se sentirá representada.
En definitiva, este gobierno tendrá éxito si logra achicar las grietas que atraviesan a la sociedad israelí desde hace mucho tiempo pero que se han profundizado en los últimos años. Sobre todo, las marcadas diferencias entre los sectores laicos y religiosos y entre los ganadores y perdedores del sistema económico, que ha sido muy exitoso en términos de crecimiento pero que no podido disminuir la enorme desigualdad social.